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Demonios sevillanos (vuelve Mañara)

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«Al menos hasta mediados el siglo XIX, por fijar un plazo cercano a nuestros días, no se ha proyectado ninguna mejora ciudadana que no haya sido rechazada por la ‘clase’ dirigente que se considera dueña de las ‘esencias’ sevillanas. Pero podríamos llegar hasta finales del siglo XVIII, cuando Pablo de Olavide, el Intendente que transformó la ciudad, acabó teniendo que huir para salvarse de las amenazas de la Inquisición.

En el siglo XIX, José María Ybarra, Narciso Bonaplata, creadores de la Feria de Abril; en el primer tercio del siglo XX, Luis Rodríguez Caso, Aníbal González, y Juan Talavera, que hicieron posible la Exposición Iberoamericana; Joaquín Benjumea Burín y Luis Alarcón de la Lastra, empresarios agrarios ejemplares; Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, y Félix Moreno de la Cova, los dos mejores alcaldes del franquismo; Leopoldo Salvador Gandarias, Javier Benjumea Puigcerver y José Luis de Pablo-Romero de la Cámara, empresarios de la segunda mitad del siglo XX que crearon empresas e innovaron los sectores agrario e industrial… Una docena de personas que podríamos ampliar a más de un centenar durante la centuria anterior, que tuvieron que enfrentarse a los ‘demonios’ sevillanos que en todos los tiempos fueron obstáculos casi siempre insalvables.

La Feria de Abril nació como mercado agrario y plan de desarrollo del sector; la Exposición Iberoamericana situó a Sevilla en el siglo XX con un cuarto de siglo de retraso; el canal de navegación Sevilla-Bonanza representaba el motor del cambio en media Andalucía; la mecanización de las tareas aceituneras salvaron al sector; la creación de regadíos acabó con las hambrunas; la reforma de la empresa agraria tuvo en El Torbiscal el máximo símbolo, Abengoa es el orgullo industrial de Sevilla… Pues bien, ninguna de esas realidades que nadie discute hoy, se salvó de la maledicencia, del rechazo social. Todos los personajes que destacaron por su amor a la ciudad y que lucharon por su progreso, tuvieron que sufrir los efectos de los `demonios’ sevillanos, que en síntesis se caracteriza por la crueldad de parte de la nobleza y la alta burguesía sureñas, los peores enemigos de su propia clase; síntesis de una idiosincrasia ingrata, envidiosa, madrasta de sus hijos, resentida, derrotista, desunida, servil ante los poderosos, arrogante con los humildes, pseudo-religiosa, fanática, ñoña, fundamentalista, inoperante, inculta y cobarde por los siglos de los siglos.»

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